Ocurrió en un colegio religioso de Morón. Debido al modo en que debía alzar la voz por los continuos gritos de sus alumnos, una docente padeció una grave disfonía y perdió la voz, por lo que el establecimiento fue condenado a indemnizarla con casi medio millón de pesos.
El fallo fue dictado por la sala I de la Cámara Nacional del Trabajo en favor de C., una maestra que se desempeñó durante 15 años, entre 1993 y 2007, en la escuela parroquial María Reina, que depende del Obispado de Morón. Según la resolución, "resulta posible afirmar que las dolencias que padece la actora y su incapacidad laborativa son producto de esfuerzos físicos repetitivos, en este caso de sus cuerdas vocales, a lo largo del tiempo".