Parece tan lejana la forma que decidíamos las situaciones más difíciles con un simple "ta te ti suerte para mí", porque la suerte nunca se podía equivocar.

Éramos mucho más prácticos a la hora de pedir ayuda a los demás porque deteníamos el tiempo con "pido gancho", cuando arreglábamos todos los errores cometidos con un "va de nuevo".
Te acordás cuando las discusiones las resolvíamos con "pan y queso", ya que todo éramos mucho más simples porque no importaba el fanatismo ni las ideologías políticas.
Uno nunca podrá olvidar que cuando éramos niños el peor de los castigos era que la maestra te haga escribir las palabras "no debo hacer", castigo que se alargaba cuando tu mamá revisaba tu cuaderno y nos tiraba de la oreja, en esa época no existía psicopedagoga porque el cinto de papá mágicamente nos hacía entender las cosas que estaban mal.
Recuerdo muy bien que tener mucha plata era sólo para comprar un helado o una galletita en el recreo, la única razón que dejabas ir a tu papá al trabajo sin hacer berrinche era porque ganaba mucho dinero para comprar juguetes cuando regresaba a casa.
Convertirse en el héroe de tus amigos era muy fácil solo tenías que gritar  "piedra libre para todos mis compañeros" y terminabas salvando a todos tus amigos, que a esa edad era tan común no solo tener muchos mejores amigos, no como hoy que si tenes un solo mejor amigo ya es un tesoro envidiable.
La manera más práctica de descubrir nuestros talentos era cuando escuchabas las palabras mágicas "a que no te animas" inmediatamente todas las habilidades que teníamos salían a luz por que no existía un "no" para esa edad.
No teníamos problemas con nuestros juguetes porque no eran eléctricos ni a pilas, ya que el trompo, las bolitas, las muñecas, los soldaditos tenían esa energía de otro planeta que se llamaba imaginación.
Nunca esperamos que nuestros padres nos llevaran  a un parque fantástico como Disney para divertirnos, solo debíamos tener la aprobación de tu madre con un movimiento de cabeza diciendo que si para salir a jugar en el aguacero de verano que eran eternos aunque solo duraba una tarde.
En las fiestas de navidad y año nuevo era tan emocionante  y prohibido que jugar con fuego a pesar de que no había ni un adulto que no retara a los gritos que dejaras de juagar con fuego.
El energizante más rendidor era la frase "el último en llegar es cola de perro", porque te hacía correr con toda el alma sintiendo que el corazón te salía por la boca escuchando solo tu respiración.
Nadie podrá negar que las bombitas de agua eran las armas más eficientes y mejor creadas de la historia de la humanidad.
No necesitamos ser astronautas para llegar al cielo, bastaba solo con ganar a la Rayuela y que "punto" cayera donde tu mano lo tiraba.
No mirábamos las Olimpiadas en directo como hoy pero si practicábamos todos los deportes, la red de tenis valía para que juguemos al vóley sin que las reglas existan ni importaban mucho ganar, solo era divertirse.
Todo aquel que tenía hermanos mayores sufría los mayores tormentos, aunque también eran fieles, feroces protectores y celosos que siempre nos cuidaban.
En esa época era un escándalo si te pescaban que llevabas un arma a la escuela cuando la maestra revisaba tu mochila y encontraba una onda hecha de un rulero de tu mamá.
Si todavía podés acordarte que tu bici se transformaba en la súper moto con tan solo ponerle un pedazo de cartón o un globito en la rueda quiere decir que pudiste ir a todos lados del mundo.

El día del niño lo festejamos entre todos, con tus hijos y los niños que no tienen juguetes y lo festejamos también con el niño que llevas adentro, porque si recordás la mayorías de las cosas que dijimos quiere decir que tuviste una infancia feliz. Feliz día del NIÑO para todos y enseñemos a nuestros hijos los valores que recibimos que es el mejor regalo que dura toda la vida.