La próxima semana el Papa comenzará su visita a Río de Janeiro para participar de la Jornada Mundial de la Juventud. El recrudecimiento de las protestas tienen en vilo a las autoridades.
La visita del papa Francisco a Río de Janeiro desvela por estas horas a las autoridades brasileñas. Es que al temor que se resurjan las protestas que fueron las grandes protagonistas de la Copa Confederaciones, ahora se sumó el pedido del Sumo Pontífice de que no hay un despliegue militar en torno a su figura.
La advertencia desde ámbitos esclesiásticos por posibles atentados y de manifestaciones que recriminen al gobierno por los gastos administrativos en torno a la visita del Papa son las principales preocupaciones de las autoridades brasileñas. Incluso Francisco avisó que no utilizará vehículos blindados durante sus traslados en Río de Janeiro.
El secretario general de la presidencia, Gilberto Carvalho, intentó bajar un poco el tono de la preocupación al asegurar que la seguridad del Papa estará en manos "del pueblo brasileño" y que lo que importa es que la juventud espera a Francisco con "alegría".
"Si hay manifestaciones, es natural que ocurran en un país democrático. El Papa es una persona democrática, acostumbrada a vivir en la periferia de Buenos Aires. Sabrá entender", expresó Carvalho.
Entre las medidas de seguridad que las autoridades brasileñas estarían evaluando sería alterar el plan de actividades del Papa del próximo lunes en Río de Janeiro, para garantizar su seguridad. Su discurso inicial, podría realizarse en la base aérea de esa ciudad.
Pese a este clima de preocupación en el que están inmersos en Brasil, en el Vaticano aseguran que no hay nada que temer en la primera visita del Papa a Latinoamérica. "Vamos muy tranquilos, seguros de que las autoridades tienen la capacidad de administrar la situación", expresó el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi.