El comisario Nelson Vega, quién hace unos años se desempeñara como jefe de policía en Feliciano, declaró en el juicio en el que se investiga la responsabilidad de los efectivos policiales en los saqueos registrados durante el alzamiento policial del 8 y 9 de diciembre de 2013 en Concordia.
En la causa18 policías concordienses están acusados de privación ilegítima de la libertad, daño calificado, robo agravado por la calidad de funcionario publico e instigación
Durante algo más de dos horas prestó testimonio Nelson Vega. El uniformado relató haber sido increpado por los agentes que tomaron la Jefatura de Concordia, recordando además haber recibido insultos, golpes en la zona del estómago, una serie de patadas y hasta escupitajos.
En ese contexto, volvió a señalar que el ingreso a la sede fue “violento y sin mediación de diálogo” y recordó que el servicio 101 del Comando Radioeléctrico fue desconectado momentos previos a la toma, impidiendo socorrer los avisos por saqueos que había en la ciudad.
Con más de 25 años de servicio en la fuerza, el funcionario prestó juramento y enfatizó que pretendía que el tribunal juzgara las faltas y responsabilidades de los imputados durante los hechos del 8 y 9 de diciembre de 2013. Su declaración arrancó pasadas las 9 de la mañana y se extendió hasta casi el mediodía.
Sobre la noche del domingo 8 indicó que arribó a la Jefatura alrededor de las 20.30hs., tras un operativo en la jurisdicción de la seccional Tercera. Ratificó que con las autoridades departamentales tenían conocimiento de que habría una movilización de familiares y algunos uniformados de franco sobre la Plaza 25 de mayo exigiendo un aumento salarial.
“A los minutos recibo un llamado telefónico de parte del Jefe Departamental para controlar el Comando, alertando de movimientos feos que había en la ciudad y que no se atendían los llamados del 101”, señaló Vega, ampliando que luego se dirigió hasta las oficinas donde funciona el Comando “y les llamo la atención” a los subordinados. “Es ahí que vuelven a conectar el teléfono de línea y me pedían que me tranquilizara. Decían que los teléfonos estaban operables y que había que estar atento. Pensé que el Comando estaba plegado al reclamo. Luego pudimos constatar que desde la Comisaría Séptima pedían apoyo”.
Minutos más tarde Villalba le pidió que saliera a patrullar las calles y ver qué pasaba, ya que recibía informaciones de desmanes en la zona noroeste. “Salimos e hicimos unas pocas cuadras. Luego el jefe de turno, el oficial Salvador, nos puso en conocimiento de que al Jefe Departamental ´lo cagaron a palos´”, narró Vega, subrayando que inmediatamente emprendió la vuelta a la Jefatura junto al Jefe de Operaciones, Cristian Hormaechea.
“Ingresamos por el Comando y empezamos a avanzar por Jefatura. Encontramos una cantidad de funcionarios. Me habla (Juan) Gómez, preguntándome de qué lado estaba”, describió el ex Subjefe, mencionando que el grupo que lo rodeaba pedía que hablara y fijara postura de si acompañaría el reclamo. “Era imposible hablar. Había gritos y confusión. Después me llevan contra la pared y me insultan”, graficó, para detallar: “Alcanzo a ver cuando Gómez le da dos zopapos a Hormaechea. Después siento dos golpes en el estómago”, aunque no supo especificar de dónde venían.
Las filmaciones proyectadas este viernes evidencian a Vega y Hormaechea arrinconados contra una pared y rodeados por un importante grupo de personas. Se perciben gritos y demandas. “Me reclamaban que yo los perseguía y los metía preso”, dijo el testigo, para afirmar que el imputado Juan Pedro Lacuadra “me trataba de delincuente a los gritos”.
“Generaba temor la agresividad verbal. Tuve miedo de que me dispararan. Después me empujan y veo a (Romeo) Valdéz que me trababa para que no pudiera correr”, recordó.
Mientras intentaba avanzar por el pasillo derecho de la Jefatura, Vega sostuvo que junto a Hormaechea “recibimos patadas y escupitajos”, y recalcó que en ese contexto le resultaba “imposible pensar en nada. Estaba en peligro nuestra vida. Si me llegaba a caer no sé qué pasaba”.
Una vez en el hall de ingreso del edificio dijo ver muchas personas en la entrada y en la escalera hacia el primer piso. “Subimos a la oficina del Jefe y vemos a Lucio (Villalba) con los ojos, pómulos y cejas hinchados e irritados. No podía hablar”, explicó, para contextualizar que el Jefe Departamental venía de padecer una neumonía, por lo que temió que eso lo afectara. Es así que buscaron reanimarlo.
Enseguida la multitud ocupó los pasillos con gritos y bombos, exigiendo que el Jefe departamental saliera de su despacho y los escuchara. “Las agresiones verbales contra mí fueron tales que (Villalba) me pidió que me encerrara en mi baño porque temía que me lastimaran más”, sostuvo Vega, diciendo luego que “no había forma de justificar un reclamo así”.
A los pocos minutos subrayó haber sido increpado por el agente Carlos Zaragoza y su esposa, quienes le pedían explicaciones “de por qué no apoyábamos el reclamo” y dijo que éste estaba “agresivo y quería intimidar y golpear”. Además dijo recordar como Alfredo Imaz “modulaba la radio y convocaba a que vinieran los móviles a plegarse. Decía que no tenía que faltar nadie, que era un reclamo de todos”.
Según Vega, las únicas comisarías que cumplieron con la orden de no ceder los patrulleros y mantenerse en prestando funciones fueron las jurisdicciones Séptima y Octava. “Se hicieron responsables y no resintieron el servicio, aunque fueron desbordados por los reclamos”, justificó.
Los jefes policiales de la provincia estaban en viaje y llegaron alrededor de las 2 de la mañana de ese lunes. “Hablé con el Jefe de Provincia (Héctor) Massuh que no venga a Jefatura porque lo podían lastimar y le expliqué el cuadro de situación”, subrayó Vega.
A eso apuntó que estaba al tanto de la llegada del Subjefe provincial Juan Ramón Rosatelli hasta el edificio de calle Pellegrini, quien se hizo cargo del mando de la seguridad en la ciudad y comenzó a dirigir el escaso personal que prestaba servicios por esas horas. La llegada de Rosatelli al patio de la Jefatura acaparó la atención de los amotinados que se calculaban entre 400 y 500 personas.
Fue allí donde Vega y Hormaechea deciden escapar por una puerta que conecta la Jefatura con los tribunales, con un par de cajas de municiones que habían podido conseguir, pero sin armas. “Cuando salimos vimos algo que ni siquiera hubiéramos soñado en una película. Los comerciantes cortaban la calle con lo que sea. Andaban con pistolas y armas largas. Cuando nos veían nos insultaban y recién después podíamos hablar”, declaró.
En la recorrida por el microcentro pudieron mantener un diálogo con el Viceintendente Alejandro Casañas y le explicaron que no contaban con armas para disuadir a los saqueadores. “Éste hizo un llamado y a los 10 minutos aparecieron una serie de armas, pero de esas sólo se podía utilizar una por el calibre de los cartuchos que teníamos”, detalló.
En el patrullaje que iniciaron esa madrugada abarcó el paso por Boulevard San Lorenzo, calle Diamante y también el hipermercado Carrefour. A la mañana siguiente el patrullaje siguió y cerca del mediodía arribaron refuerzos desde distintas partes de la provincia. “Eran unos 1.500 policías provenientes de la sección GIA, la brigada de Abigeato y de otras jurisdicciones”, expresó Vega, aclarando que la demora se debió también a la ola de protestas registradas en otras ciudades, pero entendió que “ninguna otra Jefatura llegó con los reclamos salariales como llego ésta”.
Una vez más el comisario apuntó que la toma “fue producida por un grupo de policías que nos quitó el mando y restringió el servicio de seguridad a los ciudadanos” y criticó que desde la fuerza “les negamos el cuidado de los bienes y la vida de las personas”.
Sobre la ardua negociación que se llevaba adelante durante el lunes, Vega dijo estar al tanto y que rogaba “que el acuerdo llegara lo antes posible. Sabíamos que el gobernador estaba trabajando para solucionar el tema”.
Recién el lunes cerca de la medianoche la Jefatura fue desocupada, pero según Vega “el miedo en la gente siguió por varios días” y lamentó que la imagen policial “estaba por el piso. La gente nos hacía responsables de lo que había pasado. Yo jamás había vivido una situación así. No tengo memoria de que alguien comente una situación igual”.
Fuente: Diario Río Uruguay